¿Cuándo viajar a Japón?
Viajar a Japón es un sueño para mucha gente, y cuando finalmente se puede hacer realidad surge una pregunta especialmente importante si no es probable que podamos repetirlo ¿Cuándo viajar a Japón? Y la respuesta es muy clara: “en cualquier fecha”.
Japón es un país con innumerables atractivos y que va cambiando de aspecto a lo largo del año, por lo que podréis encontrar motivos más que suficientes para viajar en cualquier época. Más importante que las fechas es encontrar aquellos elementos que más nos pueden interesar.
En invierno suele nevar en muchas partes de Japón y hace bastante frío, pero se celebran magníficos festivales como el famoso festival de la nieve de Sapporo con sus magníficas estatuas de nieve. Por otra parte, ver los principales monumentos del país bajo el manto de la nieve es una visión realmente increíble.
En primavera el país renace de forma espectacular, es la época del hanami (aunque solo dure un pequeño período de esta estación), y los nuevos colores hacen que el paisaje sea totalmente distinto. En este período los cambios de temperatura pueden ser bastante bruscos (pues incluso nevar en algunos sitios), y lo peor para el viajero es que es bastante habitual que cada día llueva, ni que sea unos instantes.
En verano el verde reina por doquier, y es la época en que podréis disfrutar de más días soleados, y en este aspecto es probablemente la mejor para poder ver muchas cosas. El gran inconveniente es que en esta época el calor es sofocante. Cierto que en la mayor parte de locales hay aire acondicionado (generalmente muy fuerte), pero esto también es un inconveniente, pues las diferencias térmicas pueden afectar gravemente a vuestra salud, y haceros aún más insoportable el calor exterior… por que supongo que nadie querrá hacer un viaje como este para quedarse encerrado en el interior de cafeterías, grandes almacenes y otros locales varios, ¿no? Eso si, esta es la época en que más probable es que podáis disfrutar de algún matsuri, pues es la época en que se celebran más.
En otoño los colores vuelven a cambiar, tiñéndose todo de rojo, sobre todo gracias al momiji, el arce japonés, que puede encontrarse en muchos bosques y jardines, y que hacen que los mismos monumentos y sitios de interior tengan un aspecto global totalmente distinto (y no menos interesante) al que tienen en otras épocas.