La invención de la porcelana
La porcelana, procedente de la cocción a alta temperatura (más de 3.000 grados) de arcilla rica en caolín (gaolin) combinada con la que llamaron “tierra de porcelana“, rica en feldespato (baidunzi) y en álcali, que se vitrifica con el calor, hizo famosa a China.
Esta técnica de cocción unida a la aplicación de barnices líquidos, que dan a la porcelana su aspecto brillante, aparece en China con los Song del Norte.
Los enormes hornos tenían quemadores de carbón de leña de curso descendente, y en algunos de ellos podían llegar a cocerse hasta 25.000 piezas en un solo día.
Éstos se construían en los talleres de Ru (Henan occidental), donde se producían jarrones y platos de formas depuradas y elegantes, que conocieron un éxito fulminante.
En el sur, cuando el emperador de China se ve forzado a trasladarse allí, se fabrican procelanas con una arcilla azulada (guan),- de vidrio color jade y resquebrajaduras perfectamente formadas- conocidas con el nombre de “celedón“, que serán copiadas en Corea y en el sudeste asiático.
Por su parte, las porcelanas blancas o ding, fabricadas en Hebeis alcanzan una gran pureza formal y sumo refinamiento decorativo, pues son grabadas delicadamente en sus paredes translúcidas.
Todas éstas, tendrán un enorme éxito en Europa en el siglo XVII, cuando se pusieron muy de moda en todas las cortes, a través de las vías comerciales que recorrían medio mundo, desde china, hasta Sudamérica y desde Acapulco a los puertos Europeos.
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